De la misma manera que las Galápagos tienen sus extraordinarios pinzones, el Lago Victoria, cuenta con la más asombrosa riqueza de peces exclusivos del mundo, cerca de 500 especies diferentes. Todos distintos y perfectamente adaptados a diferentes maneras de alimentación o supervivencia, y todos descendientes de un mismo ancestro común llegado allí hace no más de 12.500 años.
No existe por lo tanto en el mundo un laboratorio natural más fascinante donde poder estudiar el origen de las especies, un sueño para Darwin que últimamente se ha tornado en pesadilla, pues está en grave peligro. Y la culpa la tiene un pez, la perca del Nilo.
Su introducción en Victoria para cría y venta posterior en Europa fue recibida con júbilo por la población, como una fuente importante de desarrollo económico de la región. Pero sin lograr mejorar la economía de los países ribereños (todo se exporta, y quienes lo pescan no lo pueden consumir debido a su alto precio), su voracidad ha provocado un auténtico desastre ecológico: la extinción de más 200 de especies de peces endémicos, situando al resto al borde de la desaparición.
Según la asociación No te comas el mundo, 2 millones de personas del mundo rico comen diariamente perca del Nilo. Esta cantidad cubriría las necesidades básicas de una tercera parte de la población desnutrida alrededor del lago Victoria (15 millones de personas), pero tan sólo les deja los desechos.
Cuando la perca llega a nuestros mercados nos la venden muchas veces como mero fresco. Nos estafan, es cierto, pero mucho peor es la complicidad involuntaria en la que caemos consumiéndolo. Son las miserias de la globalización.
Si les interesa el tema recomiendo el documental La pesadilla de Darwin (2004), del director Hubert Sauper, que se puede ver íntegro en You Tube.
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