Ojalá la noche te alcance para venir y darme un beso.

Me gusta comerme el pastel a cucharadas…

Me gusta el olor de la lavandería mientras la lavadora lava, disfruto ver la ropa blanca tendida bajo el sol brillante; nunca la secadora podrá sustituir esa sensación de ver brillar la ropa.

Me gusta oler las frutas y disimuladamente juzgo en el súper cuando un durazno o un mango no tienen el olor a fruta.

También me gusta ver las cosas ordenadas por color o tamaño.

Pierdo mucho tiempo buscando los pares de calcetines y cuando no los encuentro, los ato en un solo montoncito con la esperanza de que han de andar por ahí paseando y pronto volverán a encontrarse con sus iguales.

Disfruto mucho ver la luz filtrada entre las hojas de los árboles, que espectáculo tan maravilloso.

Caminar descalza sobre el pasto verde, o la arena de la plata… meter la mano en el tarro de crema y untarla en mi cuerpo.

Me fascina ver a la gente sonreír y observar a la distancia.

La vida es bella en sus detalles mas mínimos, y yo la disfruto comiéndome el pastel a cucharadas.

¿Qué quieres?

¿Qué quieres de mi?
No lo alcanzo a entender,

Que cada vez que respires signifique un paso más hacia la dirección contraria en la que yo estoy.

Que este cruento encuentro quede en el olvido, como un recuerdo que apenas entre nieblas se alcance a dibujar sin poder definir a la distancia del tiempo los detalles y los momentos.

Drenate de mi, desintoxicate, expúlsame de tu sistema, extírpame de tu corazón.

No permitas que sea yo la mujer que te quite la Paz, tranquilidad y sueño.
Nadie se queda donde no se siente seguro ni protegido, huye de mi. Aléjate.
Aléjate de mi, olvídate de los planes, las promesas y los sueños.

Entiendo ser en tu vida, la despiadada, la mentirosa, la hurdidora, la fría, la calculadora entonces vete sin mirar atrás y apenas recordando difusamente habernos encontrado…

Nunca dejas entrar a tu vida a quien calificas así como tú me has calificado ni a quien, así como lo hiciste conmigo, eres capaz de un momento a otro confrontar desde el señalamiento y la expectativa; ciérrame la puerta en la cara, no me dejes entrar, que mi nariz se tope con la madera fría y astillada, pon tantos candados como sean posibles y tira las llaves en el mar para que nunca tengas ganas de regresar.

Que mi ausencia te de la paz, que mi amor nunca pudo darte.

¿Qué pretendes? ¿Qué actúe como si nada hubiese ocurrido? No puedo, ya no.
No acepto tus reclamos, no recibo tus palabras, lo rechazo todo, por amor propio y porque mi convicción es firme.

Que tu partida a Ámsterdam sea verdaderamente el fin de esta historia tan intensa y después de ahí (o antes) me eches al saco del olvido.

Que la vida, te traiga lo que necesites y te complemente para que recuperes tu paz y tranquilidad.

Gran y larga vida para ti.